Cuando el grupo Pink Floyd se volvió a juntar en los estudios en enero de 1973 para hacer el siguiente álbum, pensaron en hacer uno exactamente igual que el anterior sin pensar que lograrían uno de los trabajos más intensos dentro de lo que se conoce como “concept album”: La ira, el desasosiego, el hueveo y la ambición, hijos predilectos del hombre moderno fueron los temas que el relojero Roger Waters manejo con impecable precisión. Fue un disco de abandono de la imagen “volátil” y “planeadora” del grupo para entrar en lo más serio, progresivo y psicodélico que se conoce hasta ahora.
Viejo parrillero de los estudios EMI de Abbey Road, Alan Parsons conoce los sonidos que matan. Fue ingeniero asistente de las grabaciones del disco “Abbey Road” y “Let it be” de los Beatles, pudiéndosele ver en el tema “Get back” haciendo trabajos de sonido. Su relación con los estudios “Abbey road” continuaron con Paul McCartney grabando “Red rose speedway” entre otros, en 1973 junto con Erick Woolfson fundó “Alan Parsons Project”. Toda esta experiencia sirvió para que brille el lado oscuro de la luna. El grupo llevo lo suyo también: todo el 71 y 72 de continuas giras y ensayos en vivo para que el lado oscuro de la luna brille con luz propia.

Cuando la luz blanca pasa a través de una gota de lluvia o de un prisma, este se quiebra en siete colores – rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, índigo, y violeta. Para esta carátula tuvieron que bajar de intensidad al índigo porque está más cerca al violeta y por lo tanto no era fácilmente distinguible. Sacrificaron la verdad en beneficio del arte, esto aumentó la contundencia de la imagen junto al frío y transparente prisma que remite a la claridad y a la diversidad de sonidos. El autor del diseño es George Hardie del grupo “Hipgnosis”
